En
este nuevo mundo todo es diferente. Y sutil. Pronto ha aprendido que
es el bozal lo que hace peligroso al perro; que el alzacuellos blanco
es lo que lava las culpas y convierte el agua del grifo en milagrosa;
que el atracador sin el pasamontañas es, muy a menudo, sólo un
padre desesperado, incluso entrañable. Y que, al parecer, es ese
puñado de billetes sobre la mesilla (eso y el hambre que le devora
las tripas) lo que transforman, como por arte de magia, a la niña
asustada que bajó tiritando de una patera en prostituta de cincuenta
el completo.
En una “sucia zorrita cachonda”, como la llama el hombre que la
agarra fuerte del pelo mientras la embiste por detrás.
1 comentario:
Gracias por una nueva perspectiva... realmente la plasmaste en mí con tu relato. Saludos.
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