sábado, 14 de septiembre de 2013

Cinema Paradise

 
       La tarde en que el Paradise estrenó “Astrid, la novicia traviesa”, la primera película porno en 4D, Basilio aguardaba impaciente  en su mugrienta butaca habitual, tratando infructuosamente de encontrar su petaca mientras se ajustaba esas extrañas gafas sobre sus anteojos de miope extremo. Comenzó la proyección y dio un respingo. Los actores campaban a sus anchas fuera de la pantalla haciéndole sentir un voyeur agazapado. Asombroso. Tras un preámbulo de acrobacias sexuales variadas, Astrid recolocó su tocado de novicia (única prenda que vestía) y se dirigió a Basilio con provocadores mohínes gatunos. Se arrodilló frente a él y, con certeros movimientos, liberó su incipiente erección y se empleó a fondo en darle placer con sus voluptuosos labios, paradójicamente húmedos y calientes, pese a su condición virtual. Naturalmente, Basilio no pudo evitar dejarse hacer mientras sujetaba la petaca entre sus manos temblorosas. Y allí permaneció, pase tras pase, hasta el final de la última sesión. Extasiado, incrédulo, convulso. Inerte. Cuando el acomodador le zarandeó, ya de madrugada, su rostro era el de un ser enamorado. Horas después, acomodador y forense  coincidieron en que había muerto de un estrepitoso y masivo fallo cardíaco. De puro amor.



Este texto fue seleccionado en el IV Certamen de Microrrelatos de Cine ARVIKIS-DRAGONFLY 2013 y está publicado en un libro que recoge los ganadores, finalistas y 40 microrrelatos seleccionados. Encantada de ver a una criatura mía en papel.